Can Bofi Vell: ¿Qué hacer?

Alvar Rallo

Can Bofi Vell: ¿Qué hacer?


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¿Qué hacer? ¿Qué hacer con la infraclase, los desheredados, aquellos a quien la sociedad acusa de no aportar nada, que nada producen y apenas consumen, que no participan (porque no quieren o tal vez no pueden) del engranaje social y quizás lo que más les interesa a algunos: no votan? ¿Qué hacer?


En pleno siglo XXI serían de mal ver las cámaras de gas o las esterilizaciones disimuladas, ¡válgame Dios!, para evitar su proliferación. En pleno siglo XXI, hoy mismo 14 de septiembre de 2024, en mi querida Badalona, la autoridad competente ha decidido eliminar su presencia, porque no ha podido evitar su existencia, del único espacio en el que pueden vivir: la calle, un lugar que es de todos, los tolerantes y los intolerantes, los viejos y los jóvenes, los de aquí y los de allí, los bien pensantes cuya moral les invita a santiguarse como única solución ante el dilema de la caridad cristiana cuando se enfrentan a situaciones tan insoportables y los “mal pensantes” que justifican su apoyo a tales medidas de ocultamiento con el precario pensamiento de “ellos se lo han buscado”.


A Mario, Román, Carlos, Andrés, por decir algunos nombres (porque nombres si tienen, y cuerpos castigados por la intemperie, y edades jóvenes que se han vuelto viejas a base de penalidades), el sistema, o sus sicarios uniformados obedeciendo órdenes de un Más Allá Omnipotente, les han sustraído los cartones en donde dormían y sus ínfimas pertenencias para obligarles a ser invisibles, a desaparecer de la vista de los consumidores de correcta ciudadanía. Lo que se ve, ES, y lo que no, no existe. ¿Es esta la buena solución para acallar la conciencia ignorando una realidad que por mucho que queramos esconderla existe?


Pedro, Juan, José y María, por decir algunos nombres, tenían un pesebre social del que fueron expulsados por falta de financiación. En la cruda Navidad quizás se puedan refugiar bajo la sombra del abeto metálico más grande del continente, en un acto piadoso de una religión moderna de dudosas prioridades, inspirándose en el sentimiento cristiano del momento. Pero, ¿Qué hacer hasta que esto suceda? ¿Qué hacer hoy, mañana y pasado?


¿Qué hacer hasta que la justicia social reconozca su derecho a vivir dignamente, alimentándose de las migajas que el pacto social, reconocido desde hace siglos y expuesto en la cabecera de todas las constituciones, les brinde protección? Si nos hieren los ojos con su presencia, financiemos un albergue social; si nos revuelve el estómago, su hambre, creemos un comedor social; si queremos ser humanos, compartamos. De nada sirve traspasarles el problema a otros. Seamos una comunidad solidaria, no solitaria, en nuestra área de confort.